Unidad de memoria vegetal

García bajó del auto y siguió la malla de aluminio que rodea la Bóveda. Alrededor, los árboles sembrados tres décadas atrás habían quebrado el concreto de la acera. Destinada a nunca ser reparada, las piezas faltantes de acera mostraban las raíces de los árboles y el sustrato mineral. A la entrada de la Bóveda, Regina con los brazos cruzados, esperaba. García corrió los últimos metros abriendo los brazos en un gesto de disculpa. Desde el techo del Instituto, Maltus los observó saludarse y entrar.